¿Quién no ha soñado alguna vez con degustar los atardeceres que ofrece el corazón de Italia? ¿Quién, de entre los lectores, no ha imaginado su mirada posada en una copa de vino, a elegir un buen Chianti, mientras una humeante especialidad toscana le enciende los sentidos?
Es en su embrujo, en su particular idiosincrasia, donde encontramos un paraíso visual y gastronómico sin igual.
Calidad y cultura, todo a través de excelentes aceites, carnes, pescados, hortalizas de primera calidad, quesos contundentes y pastas de mil formas y tamaños, que harán las delicias de los gourmets más exigentes.
Entre las pastas destacan los pappardelle, una especie de cintas anchas y de suave textura, que suelen ir acompañadas de funghi porcini (con setas) o de cinghiale (jabalí).
La schiacciata, una focaccia típicamente toscana, simplemente increíble por la sencillez de sus ingredientes y lo notorio de su sabor.
En las carnes destaca la famosa bistecca alla fiorentina, una carne jugosa, de gran tamaño, generalmente de ternera o buey de raza Chianina y cocinada sobre brasas de forma sutil.
Sopas como la ribollita, un preparado de verduras que, como su nombre indicada, se cuece largamente, adquiriendo un sabor único e inconfundible.
Dulces como el panforte, los cantuccini (muy similares a los carquinyolis catalanes), los castagnacci que, como su nombre indica, precisan de las castañas en su elaboración.
Entre los vinos, podemos dejarnos deleitar por un Chianti, Brunello o un Montepulciano entre otros, que emergen de los dorados viñedos toscanos tras un laborioso proceso. A este efecto, siempre es interesante realizar alguna visita a estos parajes, observando la elaboración meticulosa, paseando por sus campos resplandecientes de verde y degustando como colofón alguna de las especialidades de las bodegas.
Sin duda, un viaje a los sentidos que puede resultar inolvidable para muchos.
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